El uso de césped artificial para patios residenciales es una tendencia creciente en los Estados Unidos, especialmente en regiones donde el suministro de agua no da abasto. Los partidarios del césped artificial señalan, por ejemplo, que la enorme cantidad de 56.000 galones de agua se deben aplicar anualmente al césped residencial promedio.
Las estadísticas muestran también que cortar el pasto, suministrar el agua y los abonos del césped natural añade por lo menos dos por ciento al consumo de combustibles fósiles de los EUA. Según la Agencia de Protección Ambiental (EPA), las actividades de cuidados de césped también significan un 10 por ciento de la polución peligrosa del aire de costa a costa. Y estudios en Loing Island, estado de Nueva York. muestran asimismo que hasta un 60 por ciento del nitrógeno aplicado ahí termina parando en los abastecimientos de agua local.
Pero dada la elección entre césped natural y artificial, la mayoría de los ambientalistas todavía prefieren pasto real. Además de ayudar a crear el oxígeno que respiramos mediante la fotosíntesis, las plantas (incluyendo el pasto) son una parte integral de cualquier ecosistema viviente. Filtran así agua y luz solar a. la tierra donde los gusanitos, insectos y la humedad trabajan en concierto para mantener firme al suelo. Y previenen las inundaciones a la vez que proveen habitat y alimentación a pájaros, abejas y otra vida animal.
Por contraste, el césped artificial se hace de plásticos derivados del petróleo. En casos donde el césped no real se instala mal, susdtancias químicas del plástico pueden filtrarse al suelo y potencialmente contaminar el agua freática de beber. Algunas formulaciones de césped sintético requieren rellenos de arena de sílica o goma granulada, ambas de las cuales pueden contener metales pesados potencialmente tóxicos que también pueden filtrarse a la mesa de agua subyacente. Los gránulos también han sido implicados en la producción de un olor muy malo a veces. Y cualquier consumidor que esté tratando de reducir su generación de carbono debe recordar que la fabricación y transporte de céspedes sintéticos como cualquier producto artificial, genera grandes cantidades de gases de invernadero.
Sin embargo, debido a las preocupaciones con respecto al consumo de agua, algunas municipalidades están tratando de estimular a los dueños de casas a que usen el césped artificial. En 2002 los directores del municipio de Las Vegas, tradicionalmente asotada por sequías, empezaron a ofrecer a los propietarios descuentos en sus impuestos de $1 dólar por pies cuadrado para que reemplazaran sus céspedes naturales con los sintéticos. Y en 2007, los miembros de la junta directiva del Distrito de Aguas Metrpolitano de California del Sur, que sirve a 18 millones de gente en seis condados, inició un programa similar para tratar de hacer mella en el uso de agua exterior a través de la región, 50 a 70 por ciento de la cual se dedica a regar los céspedes residenciales.
Desde luego, instalando césped artificial no es solamente la única manera de minimizar el impacto ambiental de nuestros patios. La conversión de céspedes a una forma de ajardinar menos intensa en su uso de recursos—conocida como “xeriscaping”—también esta entrando. Esto comprende los arbustos nativos resistentes a las sequías, a la vez que plantas y céspedes ornamentales que no requieran grandes cantidades de agua, abonos o pesticidas para sobrevivir. Por otro lado muchas otras plantas que cubren el suelo detienen a las malezas en forma natural y contribuyen a la salud del mismo. Inclusive los jardines de piedras resultan atrayentes y no necesitan manteniiento alguno. Dadas todas estas alternativas naturales, los propietarios no están obligados a convertir sus patios al césped artificial.
CONTACTOS: Metropolitan Water District of Southern California’s BeWaterWise, http://www.bewaterwise.com/
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