Pic courtesy: "McNeil Island Corrections Center."
While there is no nationwide program administering prison agriculture programs, various individual prisons across the country are embracing the notion of getting inmates involved in on-site food production and agricultural research. According to Howard Clinebill, a Ph.D. who has written extensively about environmental psychology, prison gardens offer people looking to turn their lives around a place to reconnect with their natural rhythms, get healthy exercise in the fresh air, work cooperatively with others and care for the Earth in a healing manner.
Perhaps the best known prison garden project in the U.S. is at the San Francisco County Jail in San Bruno, California, where inmates have been working steadily since the mid-1980s to clear away weeds and rubble from some eight acres “inside the fence” and replace them with fresh-grown vegetables—some of which make their way into prison meals while others are donated to needy food banks, housing projects and senior centers. According to program coordinator Catherine Sneed, who pioneered the project, participating inmates learn not only practical skills but also report that they are better able to communicate with one another and resolve disputes amicably.
“Each person cares for particular plants and learns, by watching them grow, the true nature of this life: growth, renewal and perseverance,” Sneed reports. “Somewhere during the time spent quietly working the Earth, something happens and something changes. Witnessing the cycle of growth and renewal allows the prisoners to see their own potential for growth and change.” She adds that program “graduates” have a much lower rate of re-offense once they have served their sentences and return to life on the outside.
Further north, at Washington State’s McNeil Island Corrections Center, a team of students from nearby Evergreen State College has been working with inmates there for the last couple of years to turn a one acre patch of grass into a field of organic tomatoes, peppers, pumpkins and other veggies used by the prison kitchen for meals. A small on-site composting unit keeps the soil healthy. Inmates manage McNeil Island’s garden as part of their work detail on the prison’s horticultural crew, and plan to expand into additional grassy acreage during the coming year.
Meanwhile, in Canada’s British Columbia province, a pilot project at Matsqui, a federal women’s prison near Vancouver, has been successful in teaching an ethic of stewardship, respect for natural processes, and a sense of accomplishment. Inmates worked with landscape architects to develop of master plan and then implemented their designs with native ornamental and food plants. “The garden is a learning environment that allows people to slow down, listen, look, and learn on many levels,” reports University of British Columbia landscape architect Tracy Penner, who helped launch and continues to work with the Matsqui program. “When released, these gardeners are more successful at integrating into society…with an ability to grow and adopt healthier, more constructive lifestyles.”
CONTACTS: San Francisco County Jail, www.sfsheriff.com/jails.htm; McNeil Island Corrections Center, www.doc.wa.gov/facilities/prison/micc/
In Spanish:
Querido DiálogoEcológico: Todos hemos oído acerca de la comida infernal que se sirve en prisión, así como del valor económico, nutricional e incluso terapéutico de cultivar nuestros propios alimentos. ¿Hay algún programa agrícola o de huertas en las prisiones de EEUU? - Jerry Mullins, Tennessee Colony, TX
Aunque no hay un programa por todo el país que administre programas de agricultura de prisión, varias prisiones individuales a través del país están abrazando la noción de involucrar a los presos en la producción local de alimento e investigación agrícola. Según Howard Clinebill, un PhD que ha escrito extensamente acerca de la psicología ambiental, los jardines de prisión ofrecen a las personas que buscan cambiar sus vidas un lugar para conectarse de nuevo con sus ritmos naturales, conseguir ejercicio sano al aire libre, trabajar cooperativamente con otros y cuidar de la Tierra en una manera respetuosa.
Quizás el mejor proyecto conocido de jardín de prisión en EEUU está en la Cárcel del Condado de San Francisco en San Bruno, California, donde los presos han estado trabajando constantemente desde mediados de los años ochenta para quitar malezas y escombros de unos ocho acres "dentro del cerco" y reemplazarlos con verduras frescas—algunas de las cuales aparecen en comidas de prisión mientras otras son donadas a bancos necesitados de alimento, poblaciones, y centros de ancianos. Según el coordinador del programa, Catherine Sneed, que inauguró el proyecto, los presos participantes aprenden no sólo habilidades prácticas sino que también terminan comunicándose mejor y resolviendo disputas amistosamente.
"Cada persona se hace cargo de plantas específicas y aprende, al mirarlas crecer, la naturaleza verdadera de esta vida: el crecimiento, la renovación y la perseverancia," informa Sneed. "De alguna manera, durante el tiempo que se pasa trabajando calladamente la Tierra, algo sucede y algo cambia. Presenciar el ciclo de crecimiento y renovación permite a los presos ver su propio potencial de crecimiento y cambio". Ella agrega que los “graduados” del programa tienen una tasa mucho más baja de nuevas ofensas una vez que han servido sus sentencias y regresan a la vida afuera.
Más al norte, en el Centro Correccional de la Isla McNeil del Estado de Washington, un equipo de estudiantes del Colegio cercano Evergreen College ha estado trabajando con presos por los últimos dos años para convertir un trozo de acre de pasto en un campo de tomates orgánicos, pimientas, calabazas y otros vegetales utilizados por la cocina de la prisión para comidas. Una pequeña unidad local de abonamiento mantiene la tierra sana. Los presos manejan el jardín de la Isla de McNeil como parte de su asignación de trabajo en el personal hortícola de la prisión, y se planea expandir la superficie de cultivo en una campito vecino durante el año venidero.
Mientras tanto, en la provincia de Columbia Británica de Canadá, un proyecto piloto en Matsqui, una prisión de mujeres federal cerca de Vancouver, ha tenido éxito en enseñar una ética de atención esmerada hacia la tierra, el respeto a los procesos naturales, y un sentido de logro. Las reclusas trabajaron con arquitectos paisajistas para desarrollar un plan maestro y a continuación aplicaron sus diseños con plantas ornamentales y de alimentación. "El jardín es un ambiente de aprendizaje que permite a la gente ir más despacio, escuchar, mirar, y aprender en muchos niveles," informa el arquitecto paisajista Tracy Penner de la Universidad de Columbia Británica, que ayudó a lanzar y continúa trabajando con el programa Matsqui. "Cuando se ponen en libertad, estos jardineros tienen más exito integrándose en la sociedad…con la capacidad de crecer y adoptar estilos de vida más sanos y más constructivos".
CONTACTOS: San Francisco County Jail, www.sfsheriff.com/jails.htm ; McNeil Island Corrections Center, www.doc.wa.gov/facilities/prison/micc/
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