miércoles, 16 de junio de 2010

Huge oil spill in the Gulf of Mexico

Dear EarthTalk: Given the huge oil spill in the Gulf of Mexico last month, isn’t it high time the government put a stop to offshore oil drilling once and for all? Short of banning it altogether, what can be done to prevent explosions, leaks and spills moving forward? --­ P. Greanville, Brewster, NY

Image courtesy: "Sky Truth, courtesy Flickr."

"The BP oil disaster is casting a long shadow over the public comment process now going on in Virginia and other coastal states that are considering putting exploratory oil wells in their offshore waters."

The explosion of BP’s Deepwater Horizon drill rig on April 20 and the resultant oil spill now consuming coastal regions of the Gulf of Mexico could not have come at a worse time for President Obama, who only recently renewed a push to expand drilling off the coast of Virginia and other regions of the U.S.
The debate over whether or not to tap offshore oil reserves with dangerous drilling equipment has been raging since extraction methods became feasible in the 1950s. It heated up in 2008 when George W. Bush convinced Congress to lift a 27-year-old moratorium on offshore drilling outside of the already developed western Gulf of Mexico and some areas off Alaska. Despite public protests, cash-strapped governments of several coastal states wanted the moratorium lifted given the potential for earning windfall revenues.

Barack Obama had historically toed the Democratic party line on offshore drilling—don’t allow it—but changed his tune during his 2008 campaign to compromise with pro-drilling Republicans if they would play ball with him on his carbon emissions reduction and energy efficiency initiatives. Then on March 31, three weeks prior to the Deepwater Horizon explosion, which killed 11 workers and has caused untold environmental damage, Obama called for new offshore drilling in the Atlantic from Delaware to central Florida and in Alaska’s untapped northern waters. He also asked Congress to lift the ban on offshore drilling in the oil-rich eastern Gulf of Mexico, just 125 miles from Florida’s beaches.

A key aspect of Obama’s new plan is to assess the potential risks and benefits of each specific offshore site before drilling there can commence. While Obama’s plan wouldn’t grant any new leases until 2012, the Deepwater Horizon problem is casting a long shadow over the public comment process now going on in Virginia and other coastal states otherwise ready to sign on the dotted line for exploratory wells to go into their offshore waters. Whether or not Congress and the American people are willing to let their government expand on what appears already to be some risky business is anybody's guess at this point.

Oil industry representatives maintain their equipment and processes are safer than ever. The U.S. Minerals and Management Service (MMS) blames the vast majority of the 1,400 offshore drilling accidents in U.S. waters between 2001 and 2007 on “human error,” not malfunctioning equipment, though some might argue that the distinction is irrelevant because there will always be human error. A small fire on the Deepwater Horizon in 2005 was found to be caused by human error, and most analysts agree some kind of bad judgment call also likely caused the rig’s ultimate demise. The MMS says it was already in the process of drafting new regulations that would require rig operators to develop programs focused on preventing human error, including operations audits once every three years for each rig.

Some Congress members don’t think the new regulations are enough, especially in the wake of the BP tragedy. U.S. Senator Bill Nelson, a Florida Democrat who has led opposition to offshore drilling, has now called for a congressional investigation of safety practices at offshore oil rigs, and has asked the U.S. Interior Department to undertake a full review of all U.S. drilling accidents over at least the last decade.

CONTACTS: BP, www.bp.com ; U.S. Minerals and Management Service, www.mms.gov .

In Spanish:

Querido DiálogoEcológico: ¿Dado el enorme derrame de petróleo crudo en el Golfo de México el mes pasado, no es ya hora que el gobierno ponga fin a las perforaciones petroleras en alta mar de una vez por todas? ¿Y si no se puede prohibir enteramente, ¿qué puede hacerse para prevenir explosiones, derrames y fugas de crudo de aquí en adelante?- P. Greanville, Brewster, NY

“El desastre de petróleo de la BP está influyendo fuertemente el proceso de comentario que tiene lugar en estos momentos en Virginia y otros estados costeros que están considerando permitir la exploración petrolera en aguas profundas en sus litorales.”

La explosión de la plataforma Deepwater Horizon de BP el 20 de abril y el derrame de crudo resultante que ahora está consumiendo regiones costeras del Golfo de México no podría haber venido en un momento peor para el Presidente Obama, que acaba de aprobar planes para expandir las perforacioens petroleras en aguas profundas en el litoral de Virginia y otras regiones de EEUU.

El debate sobre si o no utilizar las reservas de petróleo costa afuera con equipo peligroso de perforación ha sido furioso desde que métodos de extracción llegaron a ser posibles en los años cincuenta. El choque de opiniones se recalentó en 2008 cuando George W. Bush convenció al Congreso a que levantara una moratoria de 27 años aplicada a la perforación en aguas profundas fuera del ya desarrollado Golfo de México occidental y algunas áreas de Alaska. A pesar de protestas públicas, los gobiernos de varios estados costeros deseaban levantar la moratoria dado el potencial de ganar ingresos fuertes de esta nueva fuente.

Barack Obama históricamente respetó la posición del partido Demócrata con respecto a las perforaciones en aguas profundas—no permitirlas—pero cambió su opinión durante su campaña 2008 para negociar con los Republicanos en favor de la extracción en alta mar a cambio de cooperación con sus propuestas de reducción de emisiones de carbón e iniciativas sobre eficiencia de energía. Entonces el 31 de marzo, tres semanas antes de la explosión en alta mar del Deepwater Horizon, que mató a 11 trabajadores y ha causado un daño ambiental inaudito, Obama se declaró en favor de nuevas operaciones petroleras en aguas profundas en el atlántico desde Delaware a Florida central y en Alaska en sus regiones vírgenes. También pidió que el Congreso levantara la prohibición de perforar en alta mar en el Golfo de México oriental, rico en crudo, y solamente a 125 millas de las playas de Florida.

Un aspecto clave del nuevo plan de Obama es de valorar los riesgos y los beneficios potenciales de cada sitio antes de de comenzar a taladrar en alta mar en un punto específico. Aunque el plan de Obama no otorgaría ningún nuevo permiso de explotación hasta 2012, la tragedia del Deepwater Horizon está promoviendo la cautela en el proceso público de comentario que está ahora ocurriendo en Virginia y otros estados costeros que de otro modo estarían listos para firmar permisos de exploración petrolífera en sus litorales. En esos momentos no se sabe aun si el Congreso y el pueblo norteamericano estarán dispuestos a permitir que su gobierno expanda lo que ya parece ahora un negocio arriesgado.

Los representantes de la industria del petróleo mantienen que sus equipos y procesos son más seguros que nunca. El Servicio Estadounidense de Administración y Minerales (Minerals and Management Service —MMS) culpa la inmensa mayoría de los 1.400 accidentes de perforación en aguas profundas en aguas de EEUU entre 2001 y 2007 en "error humano," no fallas de equipos, aunque algunos aseveran que la distinción es falsa porque siempre habrá error humano. Se vio por ejemplo que un pequeño incendio en el Deepwater Horizon en 2005 fue causado por error humano, y la mayoría de los analistas concuerdan que algún tipo de mal juicio también probablemente causó la destrucción eventual de la plataforma. El MMS dice que ya estaba en el proceso de dictar nuevos reglamentos que requerirían a los operarios de estas instalaciones inaugurar programas que se centraran en prevenir errores humanos, con inspecciones de tales operaciones cada tres años en cada aparejo.

Algunos congresistas no piensan que las nuevas normas son suficientes, especialmente tras la tragedia de BP. El Senador Bill Nelson, Demócrata de Florida que ha liderado la oposición a la perforación mar afuera, ahora está demandando una investigación congresional sobre las prácticas de seguridad en aparejos de petróleo de aguas profundas, y pedido al Ministerio del Interior de EEUU que emprenda una revisión completa de todos los accidentes de perforación que han tenido lugar por lo menos durante la última década.

CONTACTOS: BP, www.bp.com ; U.S. Minerals and Management Service, www.mms.gov

Reports came out of COP 15

Dear EarthTalk: There have been many contradictory reports (“it was good; it was bad”) about what came out of “COP 15,” the December 2009 international Climate Change Conference held in Copenhagen. Can you set the record straight? - Jay Killian, Brookline, MA

“Hopes were high that international negotiators in Copenhagen last December would hammer out a strong agreement to once and for all take the climate beast by the horns and begin to reign in carbon emissions worldwide. But a new binding formal agreement was not to be.”

Image courtesy: "Getty Images"

Indeed hopes were high that international negotiators in Copenhagen last December at the 15th Annual Conference of Parties (COP15) to the United Nations Framework Convention on Climate Change (UNFCCC) would be able to hammer out a strong agreement to once and for all take the climate beast by the horns and begin to reign in carbon emissions worldwide. But a new binding formal agreement was not to be, mostly because of conflicting priorities among participating countries.

Even a weaker 11th hour voluntary “framework” put forth by the U.S., China, India, Brazil and South Africa failed to win consensus support among the 119 attending heads of state. However, the resulting Copenhagen Accord—which aims to keep global temperatures from reaching any more than 2˚C (3.6˚F) above pre-industrial times—did leave the door open for a stronger agreement later, with developing countries pledging a total of $30 billion in the short term and $100 billion a year by 2020, mostly to help less developed nations adopt policies and technologies to keep carbon footprints small moving forward.

“This accord cannot be everything that everyone hoped for, but it is an essential beginning,” reports UN Secretary-General Ban Ki-moon. “The bad news is that the Accord is not legally binding and provides no plan of how to limit emissions,” says climatologist Mark Maslin of the University College of London’s (UCL) Environment Institute, pointing out that the original text leading up to the meeting called for a global cut in emissions of 50 percent by 2050, including an 80 percent cut by all developed countries.

The lack of detail in the resulting Accord regarding specific emissions reductions targets means cooperation is completely voluntary, which is not what environmentalists want to hear. “The Accord should be seen as simply a face-saving agreement,” comments Maslin. “The politics are clear: Some developed and the richer developing countries resisted the call for legal limits to emissions.”

The failure of COP15 to generate a binding agreement means that international policymaking will likely take a back seat in the effort to wean ourselves off of fossil fuels and profligate carbon emissions. Chris Flavin of the U.S.-based Worldwatch Institute believes that future progress on climate “will be driven more by domestic economics and politics rather than the international negotiating process.”

Flavin goes on to say that climate change mitigation will depend on the ability of individual nations “to persuade domestic constituents that they will benefit economically as well as environmentally from an energy transition.” He adds that future UN climate talks should focus not on overarching agreements but on practical goals like providing funding for poor countries to mitigate and adapt to climate change, accelerating international cooperation on technology, and coordinating a global effort to protect the world’s remaining forests given their capacity to store large amounts of carbon. “Efforts over the next few years will determine whether Copenhagen was a fatal setback for efforts to combat climate change, or just a painful mid-course correction,” concludes Flavin.

CONTACTS: UNFCCC, www.unfccc.int ; Worldwatch Institute, www.worldwatch.org

In Spanish:

Querido DiálogoEcológico: Ha habido muchos informes contradictorios ("fue bueno; fue malo") acerca de lo que aconteció durante "COP 15," la Conferencia Internacional de Cambio de Clima de diciembre 2009, que tuvo lugar en Copenhague. ¿Pueden Uds. aclarar la cuestión?- Jay Killian, Brookline, MA

“Había much esperanza que los negociadores internacionales en Copenhague en diciembre pasado pudiesen lograr un fuerte convenio que tomase el toro del cambio climático por las astas y comenzase a controlar las emisiones mundiales de carbón. Pero un nuevo acuerdo formal no estaba en las cartas.”

En realidad existían grandes esperanzas de que los negociadores internacionales en Copenhague el mes de diciembre pasado en la Decimoquinta Conferencia Anual de Grupos Miembros (COP15) para la Convención de las Naciones Unidas Sobre Cambio del Clima (UNFCCC) podrían lograr un acuerdo fuerte que, de una vez por todas, pudiese tomar al toro por las astas y comenzar a domar las emisiones de carbón mundiales. Pero un nuevo acuerdo firme y obligatorio no estaba en las cartas, en su mayor parte debido a conflictos de prioridades entre los países participantes.

Incluso un "esquema voluntario" más debil presentado a la hora undécima por EEUU, China, India, Brasil y Sudáfrica no pudo lograr consenso entre los 119 jefes de estado que asistieron. Sin embargo, el resultante Acuerdo de Copenhague—que se propone mantener temperaturas globales que no alcancen más de 2°C (3,6° F) por encima de los niveles de tiempos preindustriales—dejó la puerta abierta para un acuerdo más fuerte más tarde, con los países en desarrollo prometiendo una suma de $30 mil millones a corto plazo y $100 mil millones para el año 2020, principalmente para asistir a las naciones menos desarrolladas a adoptar políticas y tecnologías que apoyaran en el futuro las huellas de carbón más pequeñas.

"Este acuerdo puede que no responda a las esperanzas de todos, pero constituye un principio esencial," informa el Secretario General de la ONU Ban Ki-Luna. "El problema es que el Acuerdo no obliga legalmente a nadie y no avanza ningún plan sobre cómo limitar las emisiones," dice el climatólogo Mark Maslin del Instituto del Ambiente con el University College de Londres indicando que el texto original que llevó a la reunión requería una reducción global en emisiones del 50 por ciento para 2050, incluyendo una reducción del 80 por ciento por parte de todos los países desarrollados.

La falta de detalle en el Acuerdo resultante con respecto a objetivos específicos sobre reducciones de emisiones significa que la cooperación es completamente voluntaria, que no es lo qué los ecologistas querían oír. "El Acuerdo debe ser visto simplemente como un convenio para salvar las apariencias," comenta Maslin. "La política es clara: Algunos de los países desarrollados y algunos de los países más ricos en desarrollo resistieron la convocatoria a límites legales de emisiones".
El fracaso de COP15 para generar un convenio obligatorio significa que la política internacional probablemente va a tomar segundo plano en el esfuerzo de desligar a la humanidad de los hidrocarburos y las emisiones prohibitivas de carbón. Chris Flavin del Instituto Worldwatch basado en EEUU cree que el futuro progreso sobre el clima "será propulsado más por economía y política domésticas que por el proceso de negociaciones internacionales".

Flavin agrega que la mitigación del cambio climático dependerá de la capacidad individual de diversas naciones de "persuadir sus constituyentes domésticos que ellos se beneficiarán económicamente así como ambientalmente con una transición a otro tipo de energía". Añade que futuras conversaciones sobre el clima de la ONU no deben enfocar acuerdos super ambiciosos sino objetivos prácticos, como proporcionar fondos a países pobres para que éstos puedan mitigar y adaptarse al cambio climatérico, acelerar la cooperación internacional en la tecnología, y coordinar el esfuerzo global para proteger los bosques restantes de mundo dada su capacidad de almacenar cantidades grandes de carbón. "Los esfuerzos de los próximos pocos años determinarán si Copenhague fue un revés fatal para los esfuerzos de combatir el cambio de clima, o sólo una corrección dolorosa a mitad de camino," concluye Flavin.

CONTACTOS: UNFCCC, www.unfccc.int ; Worldwatch Institute, www.worldwatch.org

Major threat to great lakes in US

Dear EarthTalk: What are the major threats to the Great Lakes in the United States and what’s being done to address them? - Saul G., Racine, WI

"Havoc wreaked by invasive species is one of the biggest problems facing the Great Lakes. Zebra mussels, pictured here and originally native to southeast Russia, have colonized the lakes, absorbing toxic PCBs dumped years earlier and transferring the chemicals up the food chain into the tissues of walleyes, a popular sport fish."

Image courtesy: "Andres Musta, courtesy Flickr."

The Great Lakes watershed is a unique and important ecosystem that contains some 95 percent of America’s fresh water surface area, and is a continental hub for birds, fish and other wildlife. According to the National Audubon Society, the Great Lakes provide habitat for some 400 bird species. But it is the region’s exploding human population—now at 42 million—that is causing many environmental problems.

Major threats include toxic and nutrient pollution, the growing presence of non-native invasive species, and the destruction of critical wildlife habitat. In addition, the region’s residents worry that other parts of the country and world facing water shortages will find ways to divert Great Lakes water to quench their far-off thirsts. Also, it remains to be seen what kind of impact global warming will have on the region.

Perhaps the issue that gets the most attention in the region is the menace of invasive species. They arrive via heel, tire, railway and ship, and are profoundly altering the region’s ecology. The most notorious case is that of the zebra mussel which, originally native to southeast Russia first arrived in the late 1980s on ocean-going ships via the St. Lawrence Seaway. Aside from outcompeting native species for food, they have absorbed toxic PCBs dumped years earlier and transferred them up the food chain in being eaten by round gobies (also a non-native species), which in turn are preyed upon by walleyes, a popular sport fish.

Another major problem is pollution itself. Tons of pesticides, herbicides and fertilizers run off of farms and into the water every month. Coal-fired power plants spew mercury into the air and factories of all kinds emit other pollutants that all eventually end up in the water. Converting farmers to organic agriculture and cleaning up smokestacks are top priorities for regulators and green groups in the region.

Federal, state and local authorities and nonprofit and community groups are working diligently to help restore compromised areas in the region. The Obama administration’s 2010 budget allocates $475 million to the Great Lakes Restoration Initiative. Led by the U.S. Environmental Protection Agency (EPA), the Initiative is assessing the threats to the region and laying out a roadmap for remediation through the Great Lakes Interagency Task Force, which includes representatives from the EPA as well as the departments of State, Interior, Agriculture, Commerce, Transportation, and Housing and Urban Development.

Some of the beneficiaries of this funding will also be some of the 100+ nonprofit and community groups that have formed the Healing Our Waters Great Lakes Coalition. These groups hope to leverage each others’ expertise and work together on on-the-ground restoration projects throughout the region.

Meanwhile Minnesota, Wisconsin, Illinois, Indiana, Ohio, Michigan, Pennsylvania, New York, Quebec and Ontario have come together as the Great Lakes Basin Compact to ward off drought-stricken far-off places from taking fresh water out of their region. Member states and provinces have delineated a border around the region beyond which water cannot be shipped. The agreement came about in 2005 when a Canadian company announced that it wanted to ship water in tankers from Lake Ontario to Asia.

CONTACTS: Great Lakes Restoration Initiative, www.epa.gov/glnpo/glr ; Healing Our Waters Great Lakes Coalition, www.healthylakes.org ; Great Lakes Basin Compact, www.glc.org/about/glbc.html

In Spanish:

Querido DiálogoEcológico: ¿Cuáles son las amenazas mayores a los Grandes Lagos de Estados Unidos y qué se está haciendo para manejar la crisis? - Saul G., Racine, WI

"El lío creado por las especies invasivas es uno de los problemas más grandes que enfrentan los Grandes Lagos. Las cholgas cebra, en la foto, originalmente nativas del sudeste de Rusia, han colonizado los lagos, absorbiendo PCBs tóxicos botados en los lagos años antes y transfiriendo estas sustancias químicas a la cadena alimenticia en los tejidos de los luciopercas, un pez popular con los pescadores aficionados."

La línea divisoria de las aguas de los Grandes Lagos es un ecosistema extraordinario e importante que contiene un 95 por ciento del área de agua dulce de América, y es un eje continental para pájaros, peces y otra fauna. Según la National Audubon Society, los Grandes Lagos proporcionan hábitat para unas 400 especies de aves. Pero es la población de seres humanos de la región que está estallando—ahora tiene 42 millones—lo que causa muchos problemas ambientales.

Las amenazas mayores incluyen contaminación de materias tóxicas y de nutrientes, la presencia creciente de especies no nativas invasoras, y la destrucción de hábitats críticos para la fauna. Además, los residentes de la región temen que otras partes del país y el mundo, frente a escaseces de agua encontrarán maneras de desviar los Grandes Lagos para satisfacer sus sedes lejanas. También, está por ver qué clase de impacto tendrá el calentamiento climático en la región.

Quizás el asunto que atrae mayor atención en la región es la amenaza de las especies invasivas. Llegan a través de tacón, la llanta, el ferrocarril y el buque, y están alterando profundamente la ecología de la región. El caso más notorio es del mejillón cebra, una cholga que, originalmente nativa del sudeste de Rusia, llegó primero al final de la década de los ochenta en buques transatlánticos a través de la Ruta Marítima del St. Lawrence. Aparte de sobrepasar a las especies nativas en la adquisición de alimentos, ellas han absorbido PCBs tóxicos botados en años anteriores y los han transferidos al resto de la cadena alimenticia al ser comidos por los gobies redondos (también una especie no nativa), que es a menudo atacado a su vez por los luciopercas, un pez popular con los pescadores aficionados.

Otro problema difícil es la polución misma. Muchas toneladas de pesticidas, herbicidas y abonos se escurren de los granjas al agua todos los meses. Las centrales eléctricas que queman carbón arrojan mercurio al aire y fábricas de todas clases emiten otros contaminantes que acaban finalmente en el agua. Convertir a los granjeros a la agricultura orgánica y limpiar las chimeneas industriales son prioridaded absolutas para los reguladores y grupos verdes de la región.

Las autoridades federales, estatales y las administraciones locales asi como los grupos no lucrativo de la comunidad trabajan para ayudar diligentemente a restaurar las áreas comprometidas de la región. El presupuesto de Obama para 2010 asigna $475 millones a la Iniciativa de Restauración de los Grandes Lagos [Great Lakes Restoration Initiative]. Dirigida por la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EEUU (EPA), la Iniciativa está evaluando las amenazas a la región y diseñando una guía de acción remediadora para uso de la Great Lakes Interagency Task Force [Grupo de Trabajo de los Grandes Lagos], que incluye representantes de la EPA así como de los departamentos de Estado, Interior, Agricultura, Comercio, Transporte, y Viviendas y Desarrollo Urbano.

Entre los beneficiarios de esta financiación también estarán algunos de los más de 100 grupos no lucrativos y de comunidad local que han formado la Coalición de Remedio a Nuestras Aguas de los Grandes Lagos. Estos grupos esperan apoyarse mutuamente en términos de pericias y trabajar juntos en el campo en los proyectos de restauración a través de la región.

Mientras tanto Minnesota, Wisconsin, Illinois, Indiana, Ohio, Michigan, Pennsylvania, Nueva York, Quebec y Ontario se han reunido en una alianza denominada Pacto de la Cuenca de los Grandes Lagos para impedir que lugares lejanos azotados por la sequía sequía roben agua dulce de la región. Los estados y provincias miembros han delineado una frontera alrededor de la región más allá de la cual no se puede enviar agua. El acuerdo se formalizó en 2005 cuando una compañía canadiense anunció que quería enviar agua en petroleros del Lago Ontario a Asia.

CONTACTOS: Great Lakes Restoration Initiative, www.epa.gov/glnpo/glr ; Healing Our Waters Great Lakes Coalition, www.healthylakes.org ; Great Lakes Basin Compact, www.glc.org/about/glbc.html

Smart Growth benefit environment

Dear EarthTalk: What is “smart growth” and how does it benefit the environment? And what are the downsides, if any? -- Frank Quinn, Missoula, MT

"The smart growth approach attempts to minimize automobile traffic and its pollution in urban centers by including stores, residences and schools in neighborhoods, resulting in more walking, bicycle riding and mass transit usage than in a typical suburban environment. Pictured: Retail and housing in San Diego, California on the site of a former Sears store."

Image courtesy: Faceless B, courtesy Flickr."

Originating in the early 1970s when city planners began renovating crumbling inner cities in the face of widespread suburbanization and sprawl, smart growth is now a top buzzword in both municipal policy and environmental circles. Some form of smart growth has likely been implemented where you live or somewhere nearby.

Urban planners subscribing to a smart growth philosophy work to concentrate growth in the center of existing cities and towns to avoid sprawling development in areas otherwise prized for open space. Part of a smart growth effort attempts to minimize automobile traffic and its pollution in urban centers by including stores, residences and schools in neighborhoods, resulting in more walking, bicycle riding and mass transit usage than in a typical suburban environment. Advocates maintain that smart growth initiatives create a unique sense of community and place, give people more transportation, employment and housing choices, and equitably distribute the costs and benefits of development while preserving and enhancing natural beauty, cultural resources and public health.

The U.S. Environmental Protection Agency (EPA) has been a big smart growth booster since it formed the Smart Growth Network in 1996. Partners include environmental and historic preservation groups, professional organizations, developers, real estate interests, and local and state government entities. The network serves as a forum for educating the public and policymakers about the benefits of smart growth and fostering idea sharing and community among practitioners and advocates of smart growth planning.

Partly thanks to the Smart Growth Network, smart growth initiatives are numerous across the U.S. today. Denver, Minneapolis, Pittsburgh, Chicago and dozens of other metropolitan areas have experienced urban renewal in the last two decades thanks to planning that has taken into account livability, sustainability and preservation of open space.

Communications channels facilitated via the Smart Growth Network enable the successes and failures of previous smart growth initiatives to be learning tools for planning new ones.

Smart growth is not without its detractors. According to Todd Litman of the Canadian-based Victoria Transport Policy Institute, “small government” conservatives and libertarians criticize smart growth for infringing on freedom by instituting complicated layers of regulation over development plans, increasing traffic congestion and air pollution, reducing the affordability of urban housing while forcing locals out and creating undesirable levels of density, and requiring wasteful transit subsidies, among other beefs.

Even the environmental community is somewhat divided. The majority view some development and expansion as inevitable (especially with human population always on the upswing)—and in that light embrace smart growth as a realistic lesser of possible evils. But a smaller segment of greens questions whether any development—smart or otherwise—is good for a given region’s natural systems. But while such debates may rage on at universities and think tanks, smart growth is already becoming the standard lens through which development projects are judged in the majority of our metropolitan areas.

CONTACTS: EPA, http://www.epa.org/ ; Smart Growth Network, http://www.smartgrowth.org/ ; Todd Litman’s "Evaluating Criticism of Smart Growth," www.vtpi.org/sgcritics.pdf

In Spanish:

Querido DiálogoEcológico: ¿Qué es el "desarrollo inteligente" y cómo beneficia al ambiente? ¿Y cuáles son las desventajas, si éstas existiesen?- Frank Quinn, Missoula, MT

"El planeamiento por desarrollo inteligente intenta minimizar el tráfico de automóviles y su polución en centros urbanos al incluir tiendas, residencias y escuelas en sus vecindarios, lo que resulta en más caminar, uso de bicicletas, y más uso de transportes públicos en un ambiente típicamente urbano. Imagen: Comercio y viviendas en San Diego, California, en el sitio de una tienda antigua de Sears.”

Apareciendo a comienzos de los años setenta cuando los urbanistas empezaron a renovar las ciudades interiores frente al impacto de la expansión descontrolada del área urbana, el desarrollo inteligente es ahora un concepto en la boca de todo el mundo, tanto en círculos que se ocupan de política municipal como grupos ambientalistas. Alguna forma de crecimiento inteligente probablemente ha ocurrido ya donde usted vive o en algún lugar cerca.

Los planificadores urbanos que observan la filosofía de desarrollo inteligente trabajan para concentrar el crecimiento en el centro de las ciudades y pueblos existentes para evitar el desarrollo que de otro modo abarcaría áreas apreciadas como espacios abiertos. Una parte del desarrollo inteligente busca minimizar el tránsito automovilístico y su contaminación en centros urbanos al incluir tiendas, residencias y escuelas en los vecindarios mismos, teniendo como resultado más oportunidades de caminar, ir en bicicleta, o usar los transportes públicos que en un ambiente suburbano típico. Los partidarios mantienen que estas iniciativas de crecimiento sagaz crean un sentido extraordinario de comunidad y lugar, proveen más transportes al público, empleos y elecciones en viviendas, y distribuyen equitativamente los costos y beneficios del desarrollo al preservar y aumentar la belleza natural, los recursos culturales y la salud pública.

La Agencia de Protección del Medio Ambiente de EEUU (EPA) ha sido un partidario importante del desarrollo inteligente desde que formó la Red de Crecimiento Inteligente [Smart Growth Network ] en 1996. Los miembros incluyen grupos ambientales y de conservación histórica, organizaciones profesionales, urbanizadores, intereses de bienes raíces, y entidades de gobierno local y estatal. La red sirve como un foro para educar al público así como a los responsables de formular política acerca de los beneficios del crecimiento inteligente y fomentar el intercambio de ideas y prácticas entre los partidarios del desarrollo inteligente.

En parte gracias a la Red de Crecimiento Inteligente, las iniciativas de desarrollo inteligente son hoy numerosas a través de EEUU. Denver, Minneapolis, Pittsburgh, Chicago y docenas de otras áreas metropolitanas han experimentado la renovación urbanística en las últimas dos décadas gracias a una planificación que ha tenido en cuenta la habitabilidad, sostenibilidad y conservación de espacios abiertos. Canales de comunicaciones facilitados a través de la Red de Crecimiento Inteligente permiten que los éxitos y fracasos de iniciativas anteriores de crecimiento sagaz sean instrumentos de perfeccionamiento en el planeamiento futuro.

El desarrollo inteligente tiene sus detractores. Según Todd Litman del Victoria Transport Policy Institute, basado en Canadá, los conservadores y libertarios que propician "el gobierno pequeño" critican el crecimiento inteligente como una violación de la libertad al instituir capas complicadas de regulación en los planes de desarrollo, aumentando la congestión de tránsito y la contaminación atmosférica, reduciendo el acceso a la vivienda urbana al forzar los habitantes locales fuera del perímetro interno, y crear niveles indeseables de densidad, los cuales requerirían subvenciones ruinosas de tránsito, entre otras quejas.

La comunidad ambiental está un poco dividida también. La mayoría ve algún desarrollo y expansión como inevitable (especialmente con la población humana siempre en ascenso) —y en ese sentido abraza el crecimiento inteligente como el menor de los males posibles. Pero un segmento más pequeño de ecologistas cuestiona si cualquier desarrollo—inteligente o no—sea bueno para los sistemas naturales de una región. Pero aunque tales debates pueden seguir al rojo en las universidades y los comités de expertos, el crecimiento inteligente ya es la norma superior para juzgar proyectos de desarrollo en la mayoría de nuestras áreas metropolitanas.

CONTACTOS: EPA, http://www.epa.org/ ; Smart Growth Network, http://www.smartgrowth.org/ ; Todd Litman’s "Evaluating Criticism of Smart Growth," www.vtpi.org/sgcritics.pdf

Oceans in trouble!

Dear EarthTalk: Oceans are in big trouble and I understand President Obama is creating a high level ocean council to address them. What are the major issues? - Steve Sullivan, Bothell, WA

"Our oceans are in a terrible state, thanks primarily to unrestrained commercial and industrial activity. Global warming may also take its toll, by shifting or shutting down powerful ocean currents or killing off biodiversity rich coral reefs, like the Great Barrier Reef, pictured here."
Image courtesy: "Richard Ling."


Our oceans are indeed in a terrible state, thanks primarily to unrestrained commercial and industrial activity. Overfishing and pollution have decimated once abundant stocks of fish and other marine life, and the damaging practices continue to this day despite international agreements outlawing them.

Our appetite for seafood has pushed three-quarters of the world’s fisheries to or beyond the limits of sustainability, while nine out of 10 of the sea’s large fish like tuna and swordfish have disappeared. And while it is still unclear what toll global warming will have on oceans—coral reefs dying and powerful ocean currents shifting or shutting down are two scary scenarios—the outlook is grim at best.

While George W. Bush was no friend to the environment overall, his record on ocean protection is actually not too bad. After convening a commission of experts from various disciplines to report on the state of U.S. oceans, his administration took steps to protect 215 million acres of biologically rich deep sea ocean habitat in the Pacific near Hawaii and Guam. The newly protected areas are off limits to resource extraction and commercial fishing but open for shipping traffic, scientific research and minimal impact recreation—and should provide a boon for fish and other marine species trying to recover from decades of abuse. But while such protections are a huge step in the right direction, they represent less than a drop in the bucket as to what still needs to be done to help fish stocks and marine ecosystems recover.

In light of ongoing threats, President Obama last June set up a task force to craft a national ocean stewardship policy. Led by Nancy Sutley, chair of the White House’s Council on Environmental Quality, the task force is currently working to draft a framework for sustainable management of American coastal and ocean resources. Currently 20 different federal agencies oversee some 140 ocean protection laws; Obama has charged his task force with pulling together all the different authorities and laws to focus attention on addressing the most serious challenges facing the oceans and those who manage them.

Environmentalists have been quick to praise Obama for creating the task force—something called for by Bush’s oceans commission and other experts—but it is unclear how effective it can be given competing political priorities. Some members of Congress are pushing an omnibus ocean protection bill called Oceans-21, which aims to regulate fisheries, establish a network of protected areas, provide an oceans management framework to rescue coasts and off-shore areas, and help ocean life survive global warming.

Fortunately, Americans are not the only ones concerned about the world’s oceans. The United Nations launched its Oceans and Coastal Areas Network—later renamed UN Oceans—in 2003 to coordinate ocean and coastal efforts around the world. More recently, several island nations in the western Pacific and Indian oceans formed the Coral Triangle Initiative, adopting a 10-year plan of action to avert growing threats to coral reefs, fish, coastal mangrove buffers and other marine resources across the region. While the challenges may be greater than ever, at least now our oceans are getting some long-overdue attention; only time will tell if we took action in time to stave off a global collapse of marine ecosystems.

CONTACTS: UN Oceans, http://ioc3.unesco.org/un-oceans

In Spanish:

Querido DiálogoEcológico: Los océanos están en grandes apuros y entiendo que el Presidente Obama está creando una alta comisión para resolver este problema. ¿Cuáles son los asuntos más urgentes? - Steve Sullivan, Bothell, WA

"Nuestros océanos están en apuros, gracias principalmente a la actividad comercial e industrial desenfrenada. El calentamiento planetario también puede jugar un rol nefario, al desbaratar o apagar poderosas corrientes oceánicas o matando los arrecifes de coral ricos en biodiversidad, como la Gran Barrera de Arrecifes, vista en la imagen adjunta.”

Nuestros océanos están verdaderamente en un estado terrible, gracias principalmente a la actividad comercial e industrial desenfrenada. La sobrepesca y la contaminación han diezmado lo que era anterioremente una cantidad inmensa de peces y otra vida marina, y las prácticas dañinas continúan a este día a pesar de acuerdos internacionales que las proscriben.
Nuestro apetito por los mariscos ha em pujado a tres-cuartos de las pesquerías del mundo cerca o más allá de los límites de sostenibilidad, mientras que nueve de los 10 peces más grandes del mar, como el atún y el pez espada, han desaparecido. Y aunque todavía no está claro el impacto que el calentamiento climático tendrá en los océanos—la mortandad entre los arrecifes de coral y los cambios abruptos en las corrientes poderosas oceánicas son dos posibilidades terribles—las perspectivas, en el mejor de los casos-- son desanimantes.

Aunque George W. Bush no fue—en general—un amigo del ambiente, su record de protección océanica no es realmente demasiado malo. Después de convocar una comisión de expertos de varias disciplinas para compilar un informe sobre el estado de los océanos de EEUU, su administración tomó medidas para proteger un hábitat de 215 millones de acres de océano profundo biológicamente rico en el Pacífico cerca de Hawái y Guam. Las áreas nuevamente protegidas están en zonas donde se prohibe la extracción de recursos y la pesca comercial, pero abiertas al tránsito marítimo, la investigación científica y la recreación de impacto mínimo—y deberían ser una bendición para peces y otra especies marinas que están tratando recuperarse de décadas de abuso. Pero aunque tales protecciones son un paso inmenso en la dirección correcta, ellos representan menos que una gota en el océano en cuanto a lo que todavía debería hacerse para ayudar a los peces y ecosistemas marinos a recuperarse.


En vista de las amenazas existentes, el Presidente Obama el mes de junio pasado convocó un grupo de trabajo para elaborar una política nacional de custodia oceánica. Dirigido por Nancy Sutley, presidente del Consejo Sobre Calidad Ambiental de la Casa Blanca, el grupo de trabajo se dedica actualmente a redactar un marco de explotación sostenible de los recursos costeros y de océano norteamericanos.

Actualmente 20 agencias federales diferentes supervisan unas 140 leyes de protección oceánica; Obama ha pedido a su grupo de trabajo que consoliden todas las líneas de autoridad y leyes diferentes para concentrar atención en los desafíos más graves que enfrentan los océanos y los que los manejan.

Los ecologistas han alabado la decisión de Obama de crear el grupo de trabajo—algo contemplado en la comisión oceánica de Bush y por otros expertos—pero no está claro cuán efectivo puede llegar a ser dado las prioridades políticas existentes. Algunos congresistas están apoyando un proyecto de ley integrado para la protección de océanos, denominada Océanos-21, que propone regular pesquerías, establecer una red de áreas protegidas, proporcionar un marco para la administración de océanos, rescatar costas y áreas del litoral, y ayudar a la vida marina a sobrevivir el calentamiento climático.

Afortunadamente, los norteamericanos no son los únicos concernidos acerca de los océanos del mundo. Las Naciones Unidas lanzaron su iniciativa Oceans and Coastal Areas Network (Red de Océanos y Areas Costeras)—luego rebautizada Océanos ONU—en 2003 para coordinar los esfuerzos de rescate oceánicos y costeros alrededor del mundo. Más recientemente, varias naciones isla en el pacífico occidental y el océano Indico formaron la Iniciativa de Triángulo Coral, adoptando un plan de 10 años de acción para detener el avance de amenazas crecientes a los arrecifes de coral, peces, bandas costeras de manglar y otros recursos marinos a través de la región. Aunque los problemas pueden ser más difíciles que nunca, por lo menos ahora nuestros océanos están al fin recibiendo un poco de atención; sólo el tiempo podrá decir si abrazamos estas medidas a tiempo para evitar el colapso global de los ecosistemas marinos.

CONTACTOS: UN Oceans, http://ioc3.unesco.org/un-oceans

Cooking canned foods

Dear EarthTalk: I’ve often cooked canned foods in their own can, things like condensed milk and mushroom soup. I put the can without opening in the pressure cooker, cover it with water and let it cook for 30 minutes. The results are amazing. Is it safe to do that? Can metals leach into my food? - Mercedes Kupres, via e-mail

"Can makers say that cans are for keeping foods fresh and allowing them to be transported safely, not for use as cooking containers. The insides of most cans on grocery shelves today are coated with food-grade epoxy, which contains Bisphenol-A (BPA) and other potentially harmful chemicals."

Image courtesy: "Nic McPhee, courtesy Flickr.

For starters, can makers don’t recommend using their products for anything but storing food unopened until it’s ready to eat. “Cans are reliable, recyclable, durable packages that keep beverages and foods fresh and allow them to be transported safely for thousands of miles, even into remote regions—but they were not made to be used as cooking containers,” says Scott McCarty of Colorado-based Ball Corporation, a leading U.S. food and beverage packaging maker.
Proponents of can-cooking cite the fact that many canned goods are already heated up in their cans to kill bacteria during the canning process, so what harm could a little more heating do? McCarty concedes that some cans are indeed heated during the packing process. “But that isn't all cans or all foods, and it is a carefully controlled and monitored process done in an environment that is made to do it.”

As for what metals may be leaching into your canned food, it depends. In the U.S., most food cans are made of steel while beverage cans are usually made out of aluminum. Chromium and nickel can find their way out of steel, but the amounts would be miniscule to nil. Slightly more troubling is the fact that aluminum—large amounts of which have been linked to nervous system disorders and other health problems—could in theory leach out of cans into their food or drink contents.

In order to prevent any such leaching—which is bad for the food and eater but also for the can (as it can cause corrosion)—the insides of most cans on grocery shelves today are coated with food-grade epoxy. But these liners have been shown to contain Bisphenol-A (BPA) and other potentially harmful chemicals. BPA is a synthetic plastic hardener that has been linked to human reproductive problems and an increased risk of cancer and diabetes. A 2009 analysis of common canned foods by the non-profit Consumers Union found measurable levels of BPA in a wide range of items including some bearing a “BPA Free” label.

The US. Food and Drug Administration is currently reviewing whether or not to allow BPA to come into contact with food items at all. In the meantime, some forward-thinking companies aren’t waiting around for an FDA ruling. Eden Foods, which prides itself on the wholesomeness of its products, worked with its packaging manufacturer, Ball Corporation, back in 1999 to switch out traditional epoxy-based liners with a baked-on, BPA-free enamel lining derived from plant oils and resins.

This technology is nothing new; in fact, Eden stumbled upon it by asking Ball what it used before epoxy liners became standard some three decades earlier. While the custom-made cans cost 14 percent more than industry-standard cans would, Eden maintains it’s worth the extra expense (which amounts to some $300,000 extra per year). “It was the right thing to do,” says Michael Potter, Eden’s president. “I didn't want BPA in food I was serving to my kids, my grandkids or my customers.”

CONTACTS: Ball Corporation, www.ball.com ; Consumers Union, www.consumersunion.org ; U.S. Food and Drug Administration, www.fda.gov ; Eden Foods, www.edenfoods.com

In Spanish:

Querido DiálogoEcológico: A menudo he cocinado alimentos en su propia lata, cosas leche condensada y sopa de hongos. Pongo la lata sin abrir en la olla a presión, la cubro con agua y la dejo cocinar durante 30 minutos. Los resultados asombran. ¿Presenta esto algún riesgo? ¿Pueden filtrarse los metales en mi alimento? - Mercedes Kupres, via email

"Los fabricantes de latas dicen que éstas están diseñadas para mantener los alimentos frescos, y ser transportados con seguridad, pero no para ser usados como útiles de cocina. El interior de la mayoría de las latas en las tiendas de alimentos está revestido con resina epóxica especial para alimentos, la que contiene Bisfenol-A (BPA), y otras sustancias químicas potencialmente peligrosas.”

Para empezar, los fabricantes de latas y tarros no recomiendan utilizar sus productos para nada excepto almacenar alimentos sin abrir hasta que estén listos para servir. "Las latas son envases seguros, reciclables, y durables que mantienen bebidas y alimentos frescos y que permiten que sean transportados sin peligro miles de millas, aún a regiones remotas—pero ellos no fueron diseñados para ser utilizados útiles de cocina," dice Scott McCarty de la Corporación Ball, basada en Colorado, un fabricante prominente de envases de comidas y bebidas.

Los defensores del cocinado en lata citan el hecho que muchos productos enlatados ya fueron calentados en sus latas para matar bacterias durante el proceso de enlatado, así que ¿qué daño podría hacer un poco más de calor? McCarty concede que algunas latas son calentadas durante el proceso de envasado. "Pero eso no cubre todas las latas ni todos los alimentos, y es un proceso muy delicado, controlado y vigilado y llevado a cabo en un ambiente que está expresamente diseñado para este fin".

En cuanto a qué metales pueden estar lixiviando en su alimento envasado, la cosa depende. En EEUU, la mayoría de las latas de alimento están hechas de acero mientras que las latas de bebidas son hechas generalmente de aluminio. El cromo y el níquel pueden escaparse del acero, pero las cantidades serían minúsculas o cuasi inexistentes. Un poco más serio es el hecho que el aluminio—del que cantidades grandes han sido ligadas a desórdenes del sistema nervioso y otros problemas de salud—puede lixiviarse teóricamente de las latas y pasar al contenido de alimento o bebida.

Para prevenir cualquier incidente de lixiviación—que es malo para el alimento y el consumidor y también para la lata misma (ya que puede causar corrosión) —el interior de la mayoría de las latas en los supermercados está revestido con resina epóxica para alimentos. Pero se ha demostrado que estos revestimientos contienen Bisfenol-A (BPA) y otras sustancias químicas potencialmente perjudiciales. El BPA es un endurecedor plástico sintético que ha sido vinculado con problemas del sistema reproductivo humano y un riesgo aumentado de cáncer y diabetes. Un análisis en 2009 de alimentos comunes envasados por la organización no comercial Consumers Union encontró niveles mensurables de BPA en una gran variedad de artículos, inclusive algunos que proclamaban en su etiqueta no tener BPA en absoluto.

La Dirección de Alimentos y Drogas de EEUU está en estos momentos evaluando si o no se puede permitir al BPA que entre en contacto con artículos de alimento. Mientras tanto, algunas compañías innovadoras no están esperando una decisión de la FDA. Eden Foods, que se enorgullece de la calidad de sus productos, trabajó ya en 1999 con su fabricante de envases, la Ball Corporation, para reemplazar los revestimientos tradicionales basados en sustancias epóxicas con un esmalte pegado al horno, carente de BPA, y derivado de aceites y resinas vegetales.

Esta tecnología no es nada nuevo; de hecho, Eden se tropezó con ella al preguntar a Ball qué es lo que usaba antes de que los revestimientos de epoxi llegaran a ser la norma unas tres décadas atrás. Aunque las latitas especiales cuestan 14 por ciento más que los tarritos estándar usados en la industria, Eden mantiene que vale el gasto extra (que asciende a unos $300.000 adicionales por año). "Se trataba de hacer lo correcto," dice Michael Potter, presidente de Eden. "Yo no deseaba ver BPA en el alimento que servía a mis niños, mis nietos o mis clientes".